Mural Alarcón

Mural Alarcón

Esta gran yema está ubicada en la Iglesia San Juan Bautista, en la que Jesús Mateos se ha encargado de cubrir completamente las paredes y el techo con su propia interpretación del universo. Un espacio que sobrecoge y deja maravillado.

Ruina, abandono y desolación invadieron durante siglos la iglesia de San Juan Bautista, un bellísimo edificio herreriano levantado a finales del siglo XVI en la plaza mayor de Alarcón (Cuenca) España. En 1994 el joven artista Jesús Mateo (n. 1971) desarrolló, sin encargos previos ni apoyos, los primeros bocetos que darían forma a los Murales de Alarcón. Las enormes proporciones, las dificultades técnicas y la complejidad formal y cromática de la obra determinaron en el pintor la necesidad de intervenir, durante seis años, en el espacio interior.
Antigua y desacralizada, esta iglesia reunía las características idóneas para albergar una propuesta contemporánea y radical: la instalación permanente de una obra de arte no religiosa aprovechando la extraordinaria ordenación interior de los espacios y de los paramentos.
Con absoluta libertad, y con una potencia creativa inusual, Mateo fue dando forma a las primeras ideas de intervención. Con el paso del tiempo el proyecto se fue radicalizando con la implantación de nuevas formas y texturas. Lo que fuera una tentativa inocente y desenfadada se convirtió, en poco tiempo, en un proyecto arriesgado y cargado de claves técnicas y conceptuales. Los años, la experiencia y las sucesivas lecturas depositaron la madurez necesaria para multiplicar las posibilidades que este proyecto tenía.
La Naturaleza y el Hombre como pretextos para configurar un universo personal y comprometido. Los mundos anteriores a la presencia del hombre en la tierra, los orígenes de la vida, las formas primitivas que nos formaron y que volveremos a formar, los sueños, los fantasmas de nuestro propio pasado, la caverna iluminada, la bóveda celeste, la angustia, la ansiedad, la finitud, la propia vida vivida… Ideas que han conformado una identidad plástica única.
En 1995 nació una Asociación Cultural para apoyar este proyecto personal recuperando la idea del mecenazgo artístico. Ese mismo año el Obispado de Cuenca aprobó el inicio de las obras. Solán de Cabras es la empresa conquense que mayor participación y apoyo muestra hacia esta obra de arte. ADIMAN, Unión Europea, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Diputación Provincial de Cuenca, Caja Castilla la Mancha, Ayuntamiento de Alarcón, Paradores de Turismo,Figón de Pedro, Universidad de Castilla-La Mancha, UIMP, Iberdrola, Nagares y Jesús Cañas son otras entidades colaboradoras desde 1996.
El 3 de diciembre de 1997 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) otorgó el patrocinio oficial de las pinturas murales de Alarcón, declarándolas de interés artístico mundial.

La obra de Jesús Mateo cuenta con la admiración y el respaldo de personalidades del mundo de la cultura y del arte como Ernesto Sábato, Gustavo Bueno, Fernando Arrabal, José Saramago, José Antonio Marina, Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, José Vidal Beneyto, Francisco Nieva, Luis Mateo Diez, Francisco Brines, Carlos Bousoño, Florencio Martínez Ruiz, Federico Mayor, José Agustín Goytisolo, José Hierro, Antonio Saura, Alberto Corazón, Daniel Nebot, Miguel Zapata, Eduardo Arroyo, Gustavo Torner, Julián Schnabel, Carmen Calvo, Julián Grau Santos, José Hernández y Antonio López, entre otros. Los Ministerios de Cultura y Fomento, a través del programa 1% Cultural, han participado en el proyecto con la rehabilitación integral del edificio.
Jesús Mateo terminó las Pinturas Murales en noviembre del año 2002 dejando para el futuro una obra de arte, en suma, que forma ya parte del mejor patrimonio artístico de nuestro tiempo.
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Federico Mayor Zaragoza
Presidente de la Fundación Cultura de Paz y Ex Director General de la UNESCO.
En la cosmovisión reflejada en la iglesia de San Juan Bautista se unen lo vegetal, lo animal y lo astronómico. Células, espacios celestes, meteoritos, constituyen magmas originarios, cábalas sobre las raíces de la realidad presente. Al cartesiano, “pienso, luego existo”, debemos añadir – como ha reclamado, sobre todo, la sensibilidad africana – el “siento, luego existo”. Estas abstracciones, siluetas, trazos, signos, símbolos, nos hacen sentir y nos conmueven. Transparencias, sombras, luces, todos los tonos del arco iris, originan nuevos puntos de referencia en el firmamento humano. Toda creación es ruptura que construye a su vez, en continua evolución, un nuevo marco e ilumina nuevos e inéditos caminos.
Los seres humanos, capaces de toda desmesura, capaces de pensar y reflexionar, son los “ojos del universo”. Sin ellos, todo hubiera permanecido ignoto. La facultad creadora distintiva de la especie humana es nuestra esperanza. Es la desmesura excepcionalmente bien representada en los frescos de Alarcón. De tal modo es el arte que reviste este espacio que quienes lo contemplan se convierten, ellos también, sin pinceles ni lienzos, en artistas, en magos de trazos y colores. Cosmogonía agónica con frecuencia, pero con señales inequívocas de amanecer, de promesas de soles presentidos, todavía ocultos. De constelaciones vivas, en un gran crisol de fusiones y amalgamas.
Como ha escrito magistralmente Francisco Brines en relación a esta macro–obra pictórica, “el hombre sigue haciéndose la misma pregunta auroral y temblorosa”. A la meditación sobre lo invisible ha sustituido en la iglesia de San Juan Bautista la meditación sobre lo visible. Sobre lo que se intuye más allá de lo visible. Sobre la semilla y el tallo trémulo. Sobre el compromiso de fructificar y ser, cada uno, uno mismo, buscar permanentemente respuesta a las cuestiones esenciales, y mantener ágiles las alas de la libertad, de la defensa, pacífica pero firme, de nuestros pensamientos y sentimientos.
 

Dr. Francisco Moraga

Pediatra y especialista en nutrición