Huevos al plato sin plato

Huevos al plato sin plato

Uno de los pintores que mayor ligazón trabó entre huevos y arte fue Salvador Dalí. Cuando crea este “Huevos al plato sin plato”, a principios de la década de los treinta, nuestro genial artista ya ha encontrado su particular lenguaje y forma de expresión, que le acompañarán e identificarán para siempre. Aquí ya se aprecia su propio estilo, esa mezcla de vanguardia y tradición tan suya.
En la fecha en que pinta este cuadro, Dalí ya está integrado completamente en el surrealismo y comienza su consagración como artista de reconocido prestigio, con exposiciones en Nueva York o París. 
“Huevos al plato sin plato” presenta novedades respecto a su producción anterior. Las rocas costeras de Cadaqués sólo ocupan un pequeño espacio, a la derecha de la composición. A la izquierda aparece una estructura de ángulos rectos, que pueden ser escalones o un edificio de moderna arquitectura. Sobre el primer escalón se dispone un plato con dos huevos fritos de impresionante detalle y factura. Un tercer  huevo está a punto de caer, pero lo impide una cuerda –que surge del cielo-, de la que queda suspendido.
El huevo de aspecto blando es un tema recurrente en Dalí, quien lo asocia al mundo prenatal, intrauterino. Es decir, el huevo es la gestación, la vida. Dalí afirmaba que tenía recuerdos de cuando se formó en el útero de su madre, y estas imágenes previas a su nacimiento las vinculaba con frecuencia a los huevos: duros, redondos y firmes, por fuera; blandos y líquidos por dentro.
Los huevos en la obra de Dalí son verdaderamente una constante, y también son empleados simbólicamente para referirse a su hogar, su nido. Por ejemplo, el Museo Dalí, en Figueras, está coronado por gigantescos huevos; tan sólo un exponente más de esta “obsesión” artística.

Dr. Francisco Moraga

Pediatra y especialista en nutrición